Venado de Fuego viajó durante muchos días. A la larga encontró las huellas masivas de una estampida de búfalos que dejaban marcas muy hondas en la negra tierra de las planicies. Las siguió hasta las montañas del Oeste. De ahí, las huellas se dirigían hacia el blanco Norte. Y fue en el Norte que notó que las huellas subían por la ladera de una montaña. Esa montaña era la más grande y escarpada de todas las que había alrededor. Venado de Fuego se abrió camino trabajosamente hasta la cima, esperando ver la gran manada. En la cima no encontró nada sino el final de las huellas. Pero el rastro del Búfalo no terminaba, sino que de la tierra revuelta se convertía en un río de luz en el cielo nocturno. Venado de Fuego regresó para contar su historia a los ancianos.

Los ancianos anunciaron que el Búfalo se había salvado de la destrucción de los hombres que venían del otro lado del mar. Ahora viven más cerca de nuestros ancestros en el cielo. Si viajas al Norte, podrás verlos ahí en una gran estampida de colores en el cielo. Algún día, cuando las Naciones de gente puedan vivir en armonía con todos los animales, todos los ancianos de la Nación de los Búfalos, que extrañan la Tierra, regresarán.