Para el Estudiante Serio de la Individualidad:
Una Caja de Herramientas para el Autoestudio
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por Craig Chalquist
Traducción de Cheryl Harleston

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A casi todo lo largo del registro de la historia la idea de llegar a ser quien eres ha provocado miradas vacías. La gente pregunta: ¿Llegar a ser quien tú eres? ¿Que no haces eso automáticamente de cualquier modo?

No, no lo haces. Tú no eres tú de la misma manera en que un árbol es un árbol o un tigre, un tigre. No somos simples bloques de madera, patrones de hábito o manojos de instintos. Como los seres humanos visionarios siempre han sabido, llegar a ser tú mismo no sólo requiere de un esfuerzo, sino quizás del esfuerzo más sostenido que pueda haber.

Y eso se debe a un hecho único entre los seres emocionales: la autoconsciencia puede ser fragmentada. La identidad sigue siendo una isla figurativa flotando en un mar de fondo de inconsciencia. La opción es vivir en una isla más grande o en una más pequeña, visitar y navegar sobre el mar de potencialidad, o erigir un muro y aislarlo incisivamente.

Sólo nos experimentamos a nosotros mismos como plenamente vivos, plenamente humanos, cuando la isla de la autoconsciencia es un entero sin fragmentar. Aislar porciones grandes de nosotros mismos —pensamientos, sentimientos, fantasías, recuerdos, poderes, potencias, aun sueños y aspiraciones— nos enferma. Es incluso posible, en casos extremos de autoenajenación, que el yo que está despertando sea completamente falso. Cuando eso sucede, usualmente nos aferramos a la suposición de que sabemos quiénes somos, que nada dentro de nosotros es un misterio; y mientras tanto el verdadero yo, ignoradas sus voces internas, muere lentamente.

El propósito de llegar a conocerse a sí mismo —proceso conocido bajo nombres como trabajo interno, autoactualización, autorealización, estudio de sí mismo e individuación— es abrir la consciencia que despierta a sus fundamentos inconscientes mediante la recuperación de los aspectos negados de uno mismo. Deshacemos nuestras represiones, hacemos contacto con nuestro cuerpo, redescubrimos nuestros sentimientos, estudiamos nuestros deseos y necesidades, ejercitamos nuestros talentos inactivos, soñamos nuestros sueños. Nos abrimos paso a través de viejos conflictos emocionales. Desbloqueamos la creatividad que todos poseemos. Escuchamos "con un tercer oído" los silenciosos movimientos de las profundidades emocionales/intuitivas en nosotros, sabiendo que la retroalimentación de todo nuestro organismo es más confiable que las reacciones limitadas y unilaterales del yo que despierta.

Así que, ¿por dónde comienza uno?

Las Cuatro Actitudes

Carl Rogers ha identificado tres actitudes del terapeuta que facilitan el cambio de personalidad: congruencia (autenticidad), empatía e interés positivo incondicional. (También especuló acerca de una cuarta: el poder espiritual sutil que emana, a menudo de manera inconsciente, de cada sanador sincero.) Extrañamente no discutió, según mi entender, las actitudes necesarias del cliente. Yo creo que hay cuatro: inocencia (por ejemplo, la Mente de Principiante del Zen), compromiso, valentía y autoresponsabilidad (adueñarse plenamente del trabajo).

Estas actitudes también se aplican al autodespertar. Si todas están presentes, uno avanzará; si cualquiera de ellas falta, entonces uno se quedará donde está. La razón es obvia: llegar a ser uno mismo es la labor más difícil que existe y por tanto requiere de completa seriedad, voluntad para el sufrimiento, integridad interna, total envolvimiento; en pocas palabras, lo que Karen Horney llama entusiasmo. (N. de T.: "wholeheartedness" en inglés.)

Algunos otros utensilios para tu caja de herramientas del trabajo interno:

Nunca jamás des por hecho que te conoces a ti mismo o que estás completamente familiarizado con determinadas facetas de ti mismo.

Esta grandiosa suposición mata la investigación: ¿Para qué explorar lo que ya "conoces"? Quizás también sea el factor disuasivo más importante para averiguar acerca de ti mismo.

Sé brutalmente honesto contigo mismo.

De entrada, puedes dar por hecho que tienes algunas ilusiones que perder —ilusiones acerca de ti mismo, de tus seres amados, creencias y valores, preceptos y normas— y que te resistirás a verlas como lo que son. Todo el mundo se resiste a averiguar demasiadas cosas demasiado pronto. La resistencia es un problema sólo cuando no es temporal. Si te encuentras aferrándote a algo, defendiendo una vulnerabilidad, o perdiendo interés en el trabajo interno, entonces date cuenta de que podrías estar acercándote a un área sensible de tu vida. Date permiso de proceder con precaución. (Quizás también sea una buena idea conseguir una lista de los mecanismos de defensa Freudianos, los dispositivos que usamos para esconder las cosas de nosotros mismos.)

Confía en tus impulsos.

Tienes buenas razones para sentir, pensar, imaginar, actuar de la manera en que lo haces. Si algo dentro de ti te mueve a intentar algo y no le hará daño ni a ti ni a nadie más, ¿entonces por qué no intentarlo? Tales impulsos son intentos por enseñarte algo a ti mismo. Hacia afuera, ciertas acciones deberán restringirse si existe alguna posibilidad de causar daño —pero hacia adentro cualquier cosa está permitida.

Evita a las personas que invaliden tus esfuerzos por conocerte a ti mismo.

Todos los grandes maestros espirituales concuerdan en que es mejor evitar a las personas que sutil o abiertamente atropellan a quien estás intentando llegar a ser. El mundo está lleno de vampiros emocionales infelices, envidiosos y abrumados por la rutina, que vengan sus fracasos personales degradando tus esfuerzos. Todos son cínicos, aunque algunos andan por ahí como idealistas superficiales que rápidamente te dan la espalda cuando deseas hablar de tu enojo, tu soledad o tu azoramiento espiritual. Evítalos a todos ellos. Habiendo renunciado secretamente a sí mismos, no tienen nada que ofrecer al buscador.

Pasa tiempo con personas que apoyen tu trabajo en ti mismo.

Esto incluye buscar personas con quienes puedas compartir tus dudas y expresar tus sentimientos de manera segura. Búscalos con ojos de tigre hambriento: quienes se esfuerzan seriamente en explorarse a sí mismos son pocos y esparcidos, y es casi imposible hacer este tipo de trabajo sin tal apoyo.

Lee libros buenos.

Busca los libros que parezcan tener algo que decirte. Usa tus propios sentimientos para guiarte hacia ellos. Por lo general serán libros que desarrollan temas "profundos" —identidad, crecimiento personal, curación interna, espiritualidad, significado contra insensatez. Bastantes personas han transitado por el sendero de la individuación antes que tú: lee lo que hayan escrito acerca del viaje.

Anticipa que será doloroso.

Las personas que comienzan a escucharse a sí mismas usualmente se encuentran con esas emociones dolorosas que yacen justo debajo de la superficie de la consciencia: enojo, vergüenza, culpa, soledad, depresión, tristeza, confusión... Esto es normal, así que no dejes que te asuste. Ten bien presente que los sentimientos son estados temporales que se encargan de sí mismos cuando encuentras maneras apropiadas de expresarlos. Y que tú siempre eres más que tus sentimientos. Cuando mucho te indican en dónde necesitas crecer.

Lleva un diario personal.

Aunque sólo sea para escribir lo que aprendes de ti mismo de tal forma que no lo olvides. Algunas personas coleccionan cualquier cosa que les "hable": pinturas, fotografías, plantas, rocas, tierra, canciones, recortes de revistas, objetos de la infancia, lápices de colores, caracoles... Prácticamente cualquier cosa puede ser parte de tu registro de viaje.

Descifra tus sueños.

Los sueños no son ondas cerebrales aleatorias o los restos de la cena de anoche. Son fotografías informales de tu estado mental —pero fotografías desde el punto de vista del inconciente, el cual te habla en imágenes en lugar de palabras o lógica lineal. Si te formas el hábito de dormir con papel y pluma junto a tu cama, tu habilidad para recordar tus sueños crecerá de manera continua. Cuando tengas un sueño, escríbelo (o nárralo a una grabadora, si eso te funciona mejor) para que al día siguiente puedas hacer lo que Freud llamó libre asociación con cada símbolo. Las asociaciones indican a qué aspectos de ti mismo representan dichos símbolos —por ejemplo, en mis sueños la lluvia simboliza una liberación de tensión emocional, las plantas significan crecimiento, los autos representan maneras conscientes de avanzar. Como Jung descubrió, los sueños posteriores te corregirán si interpretas mal los símbolos de un sueño en curso.

Construye un árbol familiar de "salud mental".

     Patrones psicológicos sorprendentes surgen cuando dibujas un árbol familiar y luego añades quién estaba deprimido, quién era adicto a algo, quién fue abandonado por un padre, quién era un enfermo crónico, quién era violento y otros detalles similares. (Consulta también mi artículo "Twelve Characteristics of a Family System".) (N. de T.: "Doce Características de un Sistema Familiar", aún sin traducir.)

Mira los eventos a través del ojo de la iniciación.

El "ojo de la iniciación" es un término de Michael Meade que se refiere a ver las cosas desde la perspectiva de la iniciación en la individualidad. Las viejas heridas, un divorcio, un despido, la muerte de un ser querido, una enfermedad, una discusión dolorosa: cuando son entendidos apropiadamente, estos eventos pueden proporcionar materia prima para el crecimiento interno. Velos como lecciones que debes aprender acerca de quien eres.

Cuida de tu cuerpo.

En parte, tu autoestima está basada en tu "ego del cuerpo", la imagen corporal con raíces que retroceden hasta la infancia. El ejercicio, el descanso suficiente y una alimentación apropiada te ayudan a mantener tu autoestima y apoyan el trabajo en tu yo psicológico. Además, un cuerpo sano tiene menos probabilidades de aferrarse a las emociones enterradas.

Reemplaza la actitud de víctima con una actitud de sobreviviente.

Es importante tener consciencia de lo que algo o alguien te ha hecho y cómo te sientes al respecto, pero también es importante adueñarte del hecho de que tienes opciones, y que siempre puedes elegir qué postura tomar. La actitud de víctima crea una "fuga de responsabilidad" que drena tu vida de energía y tus actividades de sinceridad. Como a menudo les digo a mis clientes, tener alguien a quien inculpar es la mejor manera de quedarse atorado. Enfócate en lo que harás con los hechos pasados y presentes de tu vida —incluyendo el protegerte asertivamente de las situaciones opresivas o de abuso en la casa, el trabajo o cualquier otro sitio donde ocurran. Llegar a ser tú mismo es incompatible con permitir que alguien te trate mal.

Vive en tu planta baja primero.

Utilizando una imagen de Freud, Sam Keen señala que muchas personas buscan saltarse los preliminares del "primer piso" del trabajo interno y en lugar de eso viven en el segundo o tercer piso —el piso espiritual. Eso es cierto. Si escuchas con atención algunas de las personas que más hablan de esto arquetípico o aquello Nueva Era, podrás oír cierta pomposidad, un tono de "mira cuán profundo soy", que significa que alguna tarea emocional muy importante se dejó sin hacer. Recuérdate a ti mismo que una actividad espiritual de la más alta importancia consiste en integrar tus fallas y debilidades dentro de tu consciencia diaria humana, demasiado humana.

Haz uso de la amplificación.

"Amplificación" es un término de C. G. Jung que se refiere a aplicar las asociaciones, ideas, lecturas y otro material a los temas que surgen en tus sueños y fantasías. Si sueñas, por decir, con dragones, entonces trata de fantasear sobre ellos, investigar el tema en la biblioteca, dibujarlos, examinar pinturas de dragones, aprender un poco sobre su historia cultural, y conseguir cualquier otro material que pueda aclararte lo que el símbolo significa para ti.

Busca el pensamiento mágico.

"Pensamiento mágico" es un término de terapia para las fantasías muy tempranas que tenemos de niños. A esa edad los deseos y la realidad son indistinguibles. Restos de pensamiento mágico usualmente salen a la superficie en las relaciones, cuando alternamos entre idealizar a la pareja y despreciarla. Esperar que sean perfectos, que siempre sean nutridores, que "sepan" lo que queremos de ellos, o que dependan por completo de nosotros para su autosatisfacción emocional son ejemplos de pensamiento mágico. Es útil aprender a distinguir esa manera de pensar del pensamiento realista.

Busca el desdoblamiento.

"Desdoblamiento" es un término de la psicología de relaciones de objetos —una serie de escuelas que evolucionaron del psicoanálisis de Freud— y se refiere a la tendencia temprana a dividir el yo, las imágenes paternas interiorizadas y los sentimientos que los acompañan (Fairbairne) en yo bueno/yo malo, mamá buena/mamá mala, papá bueno/papá malo, sentimientos agradables/dolorosos. Generalmente nos enfocamos en lo bueno y reprimimos lo "malo". El resultado es una tendencia a alternar entre idealizar y odiar, estar muy entusiasmado y desplomarse, sentirse confiado y sentirse indefenso. Ponerse en contacto con ambos lados de una imagen, sentimiento u otro aspecto interno de nosotros mismos sana estos desdoblamientos y nos permite vernos a nosotros mismos y a otras personas de una manera más realista.

Haz uso del espejo de la relación.

Krishnamurti era aficionado a decir que quien realmente somos surge en el "espejo de la relación". Observa cómo te comportas con tu pareja. Revisa tus fantasías, tus sentimientos, tu charla interna. Verifica cómo se siente tu cuerpo en diferentes momentos. Las relaciones son oportunidades maravillosas para averiguar más acerca de quienes somos.

Hazte amigo de tu sombra y del resto de tu "reparto de personajes".

Como Jung descubrió, lo que no podemos integrar dentro de nuestro yo despierto tiende a congregarse dentro de "complejos" autónomos, lo cual significa que los aspectos negados de nosotros mismos se manifiestan en sueños y fantasías como mini-personalidades. Una de las más prominentes es la sombra, un depósito de aquellos aspectos de nosotros mismos que consideramos negativos, desagradables o inferiores. En los sueños, la sombra es del mismo sexo que el soñador, y a menudo se presenta primero como un atacante, un criminal, un lunático o alguna otra figura extraña o insólita. El adueñarnos de lo que no nos gusta de nosotros mismos —nuestras inseguridades, miedos, enojo, nuestros impulsos menos aceptables— convierte a la sombra en una figura más benévola. Su trabajo, después de todo, es traernos de regreso aquellos aspectos de nosotros mismos que intentamos desechar.

Evalúa tu ego.

Probablemente todos nosotros recibimos heridas de ego: hasta las mejores familias las infligen. Por lo general las compensamos con una nueva inflación, alimentando una autoimportancia en su mayor parte inconciente. Incluso una autoestima baja puede reflejar esto: "Aquél que se desprecia a sí mismo no obstante se respeta a sí mismo como alguien que desprecia" (Nietzsche). Cataloga mentalmente tus métodos acostumbrados de nueva inflación (por ejemplo, sonsacar afecto o cumplidos, ser el payaso de la clase, la adicción al trabajo, controlar a la pareja, pontificar, sermonear, el sexo, la agresión pasiva, etc.) Explora el dolor que viene cuando no logras restituir tu ego a su tamaño normal después de que algo lo ha desinflado.

Permite que las construcciones personales se vuelvan tentativas.

Las "construcciones personales" son conclusiones, convicciones, creencias, actitudes, cualquier cosa conceptual que usamos para darle sentido a nuestro mundo. Cuando son rígidas se vuelven filtros dogmáticos sobre los ojos de la consciencia, de tal modo que bloquean nuestra apertura hacia nuevas experiencias, nuevos puntos de vista, nuevos significados. Permitir que las construcciones sean "lo que pienso, valoro o creo en este momento" no es falta de entereza. Más bien, es un reconocimiento maduro de que las construcciones siempre son hipótesis funcionales construidas por un ser imperfecto que siempre está abierto a nuevos aprendizajes.

Haz tierra en lo cotidiano.

Algunos de nosotros llegamos al extremo de estar tan embebidos en el trabajo interno que dejamos que todo lo demás —el trabajo, la escuela, las cuentas por pagar, la salud, las relaciones— se vaya a la ruina. No lo hagas. Eso no sólo obra en tu contra externamente, a la larga también estanca tu proceso interno. Las divisiones en tu vida deben disminuir, no aumentar, conforme llegas a conocerte mejor. Interna y externamente, mide tus pasos y permanece plenamente presente.

Siéntete cómodo con ser diferente.

Erich Fromm alguna vez lo expresó muy bien: el hecho de que millones de personas crean en una mentira no la convierte en verdad. Y Abraham Maslow solía discutir "la patología de la normalidad". El hecho de que te explores a ti mismo más que otros, que vistas de manera diferente, que no consideres entretenida a la charla inútil, que no sigas los caprichos de la moda, que desprecies la televisión, o que no respetes la "opinión pública" (términos contradictorios, si es que existe tal cosa), podría significar que vives, no por debajo de la pauta de normalidad, sino por arriba de ella. Y créeme, hoy en día esa pauta es bastante baja. Ser considerado extraño por conformistas crónicos que temen sobresalir de la multitud, cuestionar a las figuras de autoridad o formarse sus propias opiniones, puede ser una marca de distinción. También puede significar que perteneces a la perenne comunidad de quienes valientemente están intentando ser su verdadero yo.

Espera milagros.

Rara vez conozco a una persona recién comprometida con la exploración de sí misma sin suspirar para mis adentros, "¡ah, qué maravilla estar justo al principio de la aventura otra vez!" Conocerme mejor a mí mismo me ha dolido más de lo que jamás hubiera podido prever. También me ha traído alegrías inmensurables, significados que poner en práctica, respuestas a preguntas que consideré sin respuesta, curación para viejas heridas que creí que sangrarían eternamente. Ha trasegado una extraña serenidad tal que ya muy pocas cosas me hacen desencajar. Y ha vuelto mi vida indescriptiblemente rica en magia. Si tú no has transitado por este sendero hasta ahora, no puedes imaginarte los milagros que encontrarás. Prepárate para ellos.


© 1998 por Craig Chalquist

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