por Craig
Chalquist
Traducción
de Cheryl Harleston
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Aunque los primeros naipes quizás se originaron en China y Corea alrededor de los siglos X ó XI, si poseían imágenes de Tarot o no es mera conjetura. El simbolismo del Tarot probablemente es una mezcla de diferentes fuentes culturales. Otra complicación es que gran parte del simbolismo ha cambiado a través de los siglos debido a la transformación iconográfica, proceso mediante el cual los símbolos son alterados sutilmente y reinterpretados por una serie de artistas. Por ejemplo, la carta del Ermitaño alguna vez fue el Tiempo, un anciano con un reloj de arena. La Fortaleza solía ser la representación de un hombre balanceando un garrote hacia un león agachado. La Estrella alguna vez caracterizó a una mujer cerca un precipicio, agarrando con su mano izquierda una estrella de ocho puntas. Sin duda estas imágenes tempranas evolucionaron de otras aún más antiguas. Estudiar el simbolismo actual del Tarot podría ofrecer pistas sobre su forma original, pero la forma misma probablemente esté fuera de nuestro alcance. Las Teorías Un registro fechado en febrero de 1392 en el libro de contabilidad que el tesorero Charles Poupart llevaba para Carlos VI de Francia, cita el pago por tres barajas doradas pintadas para el rey por Jacquemin Gringonneur. Curiosamente, 1392 fue también el año en que Carlos VI perdió la razón. ¿Compró alguien la baraja para mantenerlo quieto durante su enfermedad mental? ¿Acaso el primer Tarot fue creado simplemente para entretener a un loco aristocrático? Interesante idea... Hasta el momento de escribir este artículo, no existía aún evidencia firme alguna que vincule la desaparecida baraja Gringonneur con las 17 cartas con borde de plata y fondo de oro - en su mayoría Triunfos - guardada en la Biblioteca Nacional de París. Muchos consideran que el estilo de las vestiduras de las figuras pertenece a un periodo posterior. El Tarot más temprano existente es el Visconti-Sforza, pintado a mano a mediados del siglo XV. Pudo haber sido creado como regalo para conmemorar la boda políticamente conveniente de Bianca Maria Visconti, hija del despiadado Filippo Maria Visconti, Duque de Milán, con el condottieri (soldado profesional) Francesco Sforza en 1441. Existen once versiones incompletas de la baraja; la más grande, la versión reimpresa de Pierpont Morgan-Bergamo, contiene 74 tarjetas. Ni las cartas de triunfo ni las de figura contienen números o títulos. Nadie sabe con certeza cuál versión es la más antigua. Insignias heráldicas de ambas familias aparecen en muchas de las cartas. Según Stuart Kaplan, el pájaro que irradia líneas rectas mientras revolotea sobre un nido, el sol con rayos rectos y curvos mezclados, la corona perfilada con bordes de frondas, el águila negra (encontrada sobre un escudo), y el mote de la carta son emblemas de Visconti; los emblemas de Sforza incluyen un león, tres anillos entrelazados, y una enorme fuente hexagonal. El libro de Kaplan, La Enciclopedia de Tarot, contiene magníficas ilustraciones de estas insignias y de diversas cartas de esta antigua baraja. El Tarot de Marsella es otra de las primeras barajas. Probablemente está basado en ciertos grabados en madera. A diferencia de muchas barajas modernas, su Arcano Menor, con la excepción de la cartas de figura ("court cards" en inglés, de "coate," refiriéndose a las túnicas reales), no posee escenas o figuras. Originalmente, sólo las cartas del Arcano Mayor mostraban ilustraciones detalladas. El Arcano Menor de muchas de las primeras barajas muestran Espadas de cuchillas curvas y Bastos gruesos, Monedas de oro y Copas masivas, pero ningún paisaje. Existe un manuscrito del siglo XV del sermón de un sacerdote contra los juegos de azar. Discute los "triumphi" (término en Latín) y las cartas de juego de cuatro palos. También hace referencia a los triunfos y arcanos menores como entidades separadas. Éste es un trozo de evidencia que apoya la teoría popular de que los arcanos mayores y menores evolucionaron de manera independiente. Hacia finales del siglo XV existían barajas de Tarot por toda Europa. Un autor llamado Covelluzo escribió en 1480 que las cartas de juego llegaron a Italia en 1379 desde Africa del Norte, quizás traídas por los árabes, pero nadie sabe si éstas incluían al Tarot. Antes de 1750, la mayoría de las barajas de Tarot conocidas, si no es que todas, portaban marcas italianas. Esto, por supuesto, sugiere un origen italiano. Los nombres franceses con marcas italianas vinieron después. Los grabados en madera alemanes y el renacimiento francés del ocultismo en el siglo XVIII ayudaron a diseminar el Tarot por todo el mundo. Los gitanos y el interés del occidental moderno por lo oculto incrementaron aún más su popularidad. Hoy en día, las barajas de Tarot se venden en la mayoría de las ciudades más grandes en el mundo. Las Palabras Algunos estudiosos buscan los orígenes del Tarot en la palabra "Tarot," que podría derivarse de: El Río
Taro en el norte de Italia. Los Teóricos Analizando a algunos teóricos del origen, comenzamos con Antoine Court de Gebelin, lingüista francés, clérigo, ocultista, Masón, miembro de la Logia de los Philalethes y autor de la obra de nueve tomos Monde Primitif. Convencido de la importancia mística del Tarot y aficionado a la ciencia popular egipcia, este autor anterior a la Piedra de Rosetta creía que el lugar de nacimiento de las cartas había sido el antiguo Egipto, donde eran utilizadas como herramientas de iniciación en el sacerdocio. Para él, el Arcano Mayor del Tarot era el Libro de Thoth, una síntesis de todo el conocimiento alguna vez contenido en forma jeroglífica en bibliotecas y templos egipcios quemados. Vivió a mediados del siglo XVI y aparentemente afirmaba haber rastreado el origen de los naipes hasta la China antigua. Etteilla (que es "Alliette," su nombre, deletreado al revés), fanático de Court de Gebelin, fue un adivino y fabricante de pelucas en la Francia napoleónica. Estudiante de magia egipcia, astrología, alquimia y adivinación, creía que el dios Thoth-Hermes había sido el creador de la baraja. Su teoría contiene ideas matemáticas parecidas a las de Pitágoras, a quien admiraba. Elifas Levi (nombre verdadero: Alphonse Louis de Constante, autor de Historia de Magicœ), 1810-1875, fue un sacerdote y Rosacruz francés quien pensaba que el Tarot era la clave de la Biblia, la Cábala judía y todas las demás escrituras espirituales antiguas. Intentó vincular las 22 cartas del Arcano Mayor a las letras del alfabeto hebreo. Encontró paralelismos entre los palos del Tarot y las cuatro letras del Tetragrammaton, YHVH ("Yahweh"). El autor parisiense de finales del siglo XIX, Paul Christian (Jean Baptiste Pitois), fue un seguidor de Levi quien creía que las cartas del Arcano Mayor representaban pinturas jeroglíficas encontradas en las columnas de antiguas galerías egipcias. Él también buscó paralelismos entre el Tarot y la astrología cabalística. Papus (Gerard Encausse, 1865-1916), doctor francés, filósofo y teósofo, fue otro creyente en los orígenes egipcios del Tarot. Famoso por su libro El Tarot de los Bohemios, creía que el Tarot era portador de diseños antiguos inscritos en cámaras ocultas bajo las Pirámides. Los diseños representaban pruebas de iniciación. Cuando los templos corrieron peligro, los sacerdotes transfirieron los diseños místicos a los materiales que más tarde llegaron a ser una baraja de cartas. Papus también describió un nexo entre el Tarot y el Tetragrammaton. También se interesaba por la numerología y el Arbol de Vida. Otros destacados estudiosos del Tarot MacGregor (Samuel Liddell) Mathers dirigió la Orden Inglesa del Amanecer Aureo, fundada en 1886. Estudió el misticismo judío, egipcio, cristiano y alquímico. Escribió extensamente sobre el Tarot. A. E. Waite (1857-1942), filósofo inglés ocultista y cristiano, rompió con la Orden del Amanecer Aureo y fundó su propia escuela de pensamiento místico. Trabajando con la artista Pamela Coleman Smith, creó una baraja "rectificada" que mostraba imágenes y paisajes en todas las cartas, tanto del Arcano Menor como del Mayor. Se volvió enormemente popular y muchos la consideran la baraja oficial. Su libro complementario, La Clave Pictórica del Tarot, es informativo aunque notablemente arrogante, ("Por ende, deseo decir, dentro de las reservas de cortesía y "la haute convenance" pertinentes a la camaradería de investigación, que no me importa en absoluto cualquier punto de vista [excepto el mío] que pueda ser expresado"), y contiene comentarios perspicaces sobre la baraja y su usos. Aleister Crowley también fundó su propia escuela ocultista, el Ordo Templi Orientis, que tenía que ver, entre otras cosas, con magia sexual. Trabajando con Freida Harris, creó el pintoresco Libro del Tarot de Thoth. Consideraba más importante identificarse con cada carta que tratar de adivinar sus orígenes. Paul Foster Case, quien fundó el Adytum de los Constructores, ideó el Tarot de Marruecos. Según él, filósofos del siglo XI lo habían diseñado tanto para preservar los conocimientos después de la quema de las bibliotecas de Alejandría como para proporcionar un idioma universal. También diseñó una baraja negra y blanca, con un fuerte parecido a la de Waite. Otras teorías: Las cartas son alegorías de maestros Sufíes; representaciones de la leyenda del Grial; el juego indio Chaturanga, precursor del ajedrez; textos sagrados indios; importaciones gitanas; ciencia popular hebrea; filosofía griega; ancestros de los cilindros de cobre mesopotánicos; símbolos transmitidos a partir de leyendas orales prehistóricas; símbolos de antiguas culturas indias centroamericanas; sabiduría de culturas matriarcales prehistóricas; herramientas de enseñanza de los Waldenses, secta Cristiana perseguida; ciencia popular sobreviviente de la Orden de los Caballeros Templarios, fundada en 1188 para proteger a los peregrinos y preservar las costumbres de la Tierra Santa; o creaciones de alquimistas del siglo XIII - y ciertamente el Tarot está cargado de imágenes alquímicas. Haciendo a un lado la especulación, no sabemos, y quizás nunca lo sabremos, cómo fueron las primeras cartas de Tarot. Tampoco sabemos de dónde vinieron o quién las creó. Ni siquiera sabemos cuántas cartas conformaban una baraja. Aunque esto ha producido frustración en los expertos del Tarot e inspirado innumerables teorías sobre su origen, me agrada ese misterio. Hay tantas cosas hermosas con comienzos opacos que el no saberlo abre un espacio a las fantasías en donde los espíritus audaces pintan esas primeras imágenes maravillosas en un éxtasis de despertar creativo. Como sea que hayan sido creadas, las imágenes del Tarot, al igual que todos los símbolos verdaderos, hacen eco a las expresiones espontáneas del ser desde los manantiales más profundos del psique; y por esa razón sostienen en alto espejos mágicos frente a cualquier reacción que nosotros les presentemos. Como todas las creaciones artísticas auténticas, los Tarots son un misterio a fin de cuentas, y así habrán de permanecer.
© 1997, Craig Chalquist |
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